Infringir

Sobre la obediencia de Antígona y el origen de la disciplina

Antígona de Sófocles es considerada como una de las tragedias que marcan la transición entre el orden mítico mágico del mundo griego y la construcción de un nuevo logos, un nuevo orden social y racional de gobernanza. A través de su conocido argumento se introducen los principios que articularán a lo largo del desarrollo de la humanidad una serie de tecnologías basadas principalmente en la construcción de la disciplina y la obediencia, y que tendrán por objetivo el funcionamiento de lo que actualmente es nuestro sistema social.

En el planteamiento de Sófocles, Creonte representa al nuevo logos, el nuevo orden social regido por las leyes de los hombres racionales. Antígona representa el antiguo orden, aquel regido por los dioses y la naturaleza con un fuerte componente subjetivo. Creonte representa la ley, la disciplina, el orden. Antígona la objeción de conciencia, la disrrupción, la fisura.

Creonte: ¿Sabías que estaba pregonada la prohibición de hacer eso?
Antígona: Lo sabía. ¿Cómo no iba a saberlo? Era bien clara.
Creonte: Y aun así ¿te atreviste transgredir esa ley?


Antígona: Déjame, pues, con mi temeridad afrontar este peligro (…) No son de hoy ni ayer esas leyes; existen desde siempre y nadie sabe a qué tiempos se remontan. No tenía, pues, por qué yo, que no temo la voluntad de ningún hombre, temer que los dioses me castigasen por haber infringido tus órdenes (…) Si, a pesar de todo, te parece que he obrado como una insensata, bueno será que sepas que es quizás un loco quien me trata de loca (…) Todos los que me están escuchando me colmarían de elogios si el miedo no encadenase sus lenguas. Pero los tiranos cuentan entre sus ventajas la de poder hacer y decir lo quieren.


Creonte: No existe un mal mayor que la anarquía. Ella destruye las ciudades, deja los hogares desolados. Ella es la que rompe las líneas y provoca la fuga de la lanza aliada. La obediencia, en cambio, salva gran número de vidas entre los que triunfan.


Queda bastante claro que cuando la desobediencia responde a una ley injusta se le conoce como desobediencia civil.

Lo que no queda claro es que no desobedezcamos más seguido. A eso lo conocemos como obediencia sistémica. Tampoco las razones por la que no se haya establecido una catergoría más sólida que la desobediencia íntima cuando a lo que desobedecemos es a nosotros mismos.

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